Se dice que durante la epidemia de peste que hubo en Roma en el año 591, los afectados morían estornudando, y que de tal circunstancia procede el ¡Dios te bendiga!, que más tarde se simplificaría diciendo ¡Salud!, ¡Jesús! o expresiones semejantes.
El estornudo continuado anuncia por lo general el principio de la enfermedad y, por lo tanto, cuando se oye estornudar a alguien se pide a Dios que aparte el peligro.